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Come bien, come chorizo riojano

Desde que tenemos uso de razón, el chorizo siempre ha estado presente en nuestras vidas. Para todos aquellos que hemos crecido en España, este embutido forma parte de nuestra memoria gastronómica y de nuestra despensa, y nos ha acompañado desde la más tierna infancia. Cortado en rodajas en el bocadillo del recreo, en deliciosas tapas compartidas con amigos y en comidas y celebraciones familiares.

El chorizo riojano, elaborado con ingredientes 100% naturales, posee unas propiedades organolépticas únicas que lo hacen indispensable en nuestra dieta y en nuestro imaginario.

Con un sabor intenso y penetrante; una textura equilibrada, masticable y muy jugoso en boca; un aroma equilibrado e intenso, persistente, con dominio de pimentón, además de notas de ajo; ausencia de olores rancios y acres, el chorizo riojano es todo un deleite para los cinco sentidos. Muy fácil de reconocer por su aspecto rugoso, corte liso y bien ligado, sin coloraciones anormales y con una diferenciación clara entre fragmentos de carne y tocino.

Ante esto, ¿quién se puede resistir a disfrutar de un buen bocado?

Ahora podemos hacerlo además desterrando falsos mitos y disfrutando en toda su plenitud de lo que nos gusta y nos hace felices.

Según un estudio realizado por la Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España, los embutidos curados como el chorizo poseen un alto contenido en proteínas, en vitamina B y en minerales como fósforo, hierro o zinc.

Además, la carne de cerdo empleada para elaborar el chorizo riojano IGP presenta un contenido limitado de colesterol. Los embutidos curados contienen 72 mg de colesterol por 100 g, por lo que si se consumen en las cantidades y frecuencia apropiadas, ayudan a mantener una alimentación variada y equilibrada, y unos niveles de colesterol adecuados.

La sal es necesaria en su producción para inhibir el crecimiento de microbios y patógenos y para evitar su deterioro pero, en los últimos años, se han desarrollado tecnologías para reducir el contenido en sodio.

El secreto está en los condimentos

El principal condimento del chorizo es el pimentón de categoría extra 100%, una especia que le aporta un sabor ahumado suave pero distintivo y que es famosa por facilitar la digestión y estimular la producción de jugos digestivos. Además, contiene una buena cantidad de vitaminas A, C, E y K.

El segundo condimento principal del chorizo es el ajo, 100% natural y fresco, que también ayuda a la digestión, es un antibiótico natural y reduce la presión arterial.

A todo ello hemos de sumar un proceso de elaboración artesanal legado de generación en generación y madurado desde hace siglos. Los distintos procesos de elaboración - picado, amasado, embutido y secado - se efectúan siguiendo estrictos controles en instalaciones auditadas por el propio Consejo de la IGP, lo que hace de este producto un alimento recomendable para todas las edades, mayores y pequeños.

El resultado es un producto único, saludable y beneficioso para la salud si se consume en su justa medida, y toda una delicia para los sentidos.

¿Cómo incorporarlo en nuestra dieta de una forma saludable?

El chorizo es un alimento fuerte, pero altamente versátil. Más allá del famoso bocadillo, podemos consumirlo en una tostada de pan para un tentempié a media mañana o merienda; en tapas a mediodía, en guisos más elaborados cuando se acerca el invierno o en un delicioso plato salteado para la cena. Por ejemplo, las legumbres o los boletus casan muy bien con él.

Lo importante es consumirlo en su justa medida y hacer de cada ocasión un momento especial.